Aumento brutal de la pobreza y las desigualdades en nuestro país
28 de marzo de 2014
Las desigualdades, fruto del rescate a las élites, de Juan Laborda en vozpopuli.com
No nos cansaremos de denunciar el fraude intelectual que hay detrás de todas y cada una de las recomendaciones de política económica implementadas, a lo largo de la actual crisis sistémica, en España. Apoyadas por unos presuntos expertos, ponen de manifiesto la crisis de visión y el vacío ético en el que ha caído la academia económica. Y ahora empiezan a publicarse y conocerse informes de distintos organismos internacionales sobre una de las consecuencias más terribles de las mismas, el aumento brutal de la pobreza y las desigualdades en nuestro país. Pero da igual, a aquellos que se les debería caer la cara de vergüenza y ponerse de una vez por todas a trabajar se las “trae al pairo”, pasan, siguen a lo suyo. Y obviamente no esperen que hagan nada para remediarlo.
La frialdad de los datos económicos, manoseados hasta límites nauseabundos, oculta una realidad social que algunos pensábamos superada. La pobreza vuelve a instalarse en nuestro país con toda su intensidad. Diversos informes de Cáritas, UNICEF, o Save The Children ya nos avisaban de lo que era un secreto a voces. Pero ahora nos van llegando los informes ‘sesudos’ de distintos organismos multilaterales -FMI y OCDE- sobre las consecuencias y los efectos de la crisis y de las políticas económicas que ellos mismos recomendaban. Los resultados para nuestro país no pueden ser más demoledores.
Las desigualdades de la recesión
Los datos recogidos por la OCDE revelan que en España la crisis se ha cebado con los más débiles. Para el 10% de los españoles más ricos, la recesión ni siquiera ha comenzado. La actual crisis sistémica ha costado, desde 2007, a los españoles de rentas más bajas un 33% de su renta disponible. Por el contrario, los estratos más ricos apenas han perdido un 1% al año desde 2007 hasta sumar un 3% de caída de renta total. El golpe sufrido por las clases medias y bajas en nuestro país ha sido brutal, sus rentas han caído como en ningún otro país desarrollado, a ritmos del 15% anual.
La crisis ha sido aprovechada en nuestro país por quienes la generaron –gerencia bancaria y acreedores foráneos- para hacer un ajuste de cuentas con la ciudadanía. Para ello han contado con la ayuda inestimable de una clase gobernante mediocre e insensible.
Las élites se han rescatado a sí mismas
Las cifras ponen de manifiesto que Occidente en general, y muy especialmente España, se encuentran inmersos en una fase de aparente recuperación y apogeo de las élites, pero que en realidad oculta un empobrecimiento masivo de la ciudadanía. Se trata de un equilibrio inestable que al final acabará estallando.
No es extraño, por lo tanto, que algunos de los más ricos se sientan exultantes. El colapso causado por el fraude bancario generalizado apenas les ha afectado, en tanto que ha acabado con la mayor parte de lo acumulado durante los años de crecimiento por las clases medias y bajas. Esta situación ha sido en gran medida el resultado de las decisiones políticas y fiscales tomadas por los gobiernos en los últimos veinte años, en los que se fomentó una economía financieramente depredadora. Las burbujas financieras son a menudo mecanismos de transferencia de riqueza, y en nuestro país, además, responsables de un empobrecimiento generalizado, cuando finalmente acaban estallando.
A diferencia de la mayoría de los ciudadanos, la élite bancaria y financiera tiene la mayor parte de su riqueza financiera en activos de deuda y derivados de todo tipo, que se evaporarían si se dejasen caer a los bancos. Y he aquí el quid de la cuestión. Si se reestructurara el sistema bancario y se redujera su tamaño acorde con la economía real, serían los más ricos y poderosos los grandes perdedores. Ni lo han tolerado ni lo tolerarán. En su lugar, diseñaron una estructura de ahorro para la economía en la que su riqueza se mantiene, así como las instituciones que la controlan. ¡Y lo han hecho a nuestra costa!
Pero lo peor de todo es ver como nuestros gobernantes se niegan a reconocer la relación causa-efecto entre rescates bancarios, a costa de los contribuyentes, y empobrecimiento masivo de la ciudadanía. Sin embargo, están sembrando demasiados vientos, demasiados agravios. Y en una situación de desesperanza la situación puede volverse incontrolable.