Pucherazo electoral del Partido Popular
21 de agosto de 2014
Todo parece indicar, según revela la prensa, que el Partido Popular está dispuesto a modificar en solitario la ley electoral municipal. El objetivo inmediato parece obvio: tratar de garantizarse el mantenimiento de los gobiernos municipales. Probablemente, a partir de las encuestas públicas o de otras de su propia cosecha, y hayan llegado a la conclusión de que dado el actual panorama electoral el PP no obtendrá mayorÃas absolutas pero sà puede lograr ser la lista más votada. Fácil concluir que un pucherazo electoral, cambiando las reglas a mitad de partido, puede proporcionarles esa garantÃa.
En primer lugar, hay un asunto económico de fondo: el mantenimiento del poder municipal como medio de garantizar la aplicación de los planes de ajuste, esto es, del desmantelamiento del Estado del Bienestar o Estado Social.
Hay un antecedente interesante para la reflexión: el recurso al Tribunal Constitucional por parte del Defensor del Pueblo y a instancias de Izquierda Unida. El 29 de noviembre de 2013 el Gobierno aprobó una reforma del sistema financiero que incluÃa una disposición adicional para permitir a los gobiernos municipales en minorÃa aprobar planes de ajuste incluso a pesar de que el pleno municipal estuviera en contra. La filosofÃa es clara: la minorÃa se impone a la mayorÃa en aras de aplicar planes de ajuste. En contra de aquella barbaridad sólo votó el Grupo Mixto e Izquierda Unida. Luego nosotros pedimos amparo al Defensor del Pueblo y éste acepto. El recurso sigue pendiente, pero está claro que el Gobierno quiere adelantarse legalizando, en cierta manera, que las minorÃas puedan imponerse a las mayorÃas.
En segundo, la pérdida de popularidad del bipartidismo. De ahà se deduce la necesidad de leyes que compensen esa pérdida de popularidad, como la anunciada Ley de Reforma Electoral Municipal.
En tercer lugar, si la democracia representativa fuera de tipo ideal, entonces los representantes serÃan un mero espejo de los representados y el parlamento serÃa a su vez el reflejo en miniatura de la sociedad misma. Sin embargo, en la práctica hay un enorme conjunto de elementos mediadores que hacen que eso no funcione asÃ. Uno de ellos es la ley electoral. Hay innumerables formas de diseñar las leyes electorales, y sin duda el diseño condiciona el resultado.
El tipo ideal democrático es sin duda alguna el sistema electoral proporcional, donde cada persona es un voto y donde la pluralidad del conjunto de los representantes será idéntica a la pluralidad del conjunto de los representados. Cualquier desviación de este diseño es un intento de desvirtuar el principio democrático. Y eso es lo que hace la ley electoral inscrita en la Constitución del 78 -que permite que el 44% de los votos se conviertan en mayorÃa absoluta, penalizando además a los partidos pequeños de ámbito estatal- y también la anunciada ley electoral municipal, que se convertirÃa en un sistema mayoritario de facto, donde el 40% podrÃa tener mayorÃa absoluta.
En definitiva, estamos ante una vuelta de tuerca que el Gobierno del PP pone en marcha con objeto de intentar asegurarse el poder municipal que le permita mantener su programa de reformas regresivas. Es obvio que temen los posibles resultados electorales. Pero no sólo el PP, sino también la troika y las élites económicas. Su problema es que está en juego el desmontaje de las redes clientelares que se han instalado en el régimen polÃtico-económico desde hace décadas. De ahà que el enemigo del PP sea, precisamente, la desnuda voluntad popular. Sin embargo, encontrará el PP muchos obstáculos, puesto que ni tiene garantizado el éxito ni en un escenario de descomposición electoral será fácil que fructifiquen sus ideas. Más bien puede acelerar la propia descomposición electoral.
Un alternativo escenario de candidaturas alternativas y rupturistas con el bipartidismo puede desbordar al propio régimen polÃtico-económico, convirtiendo de ese modo las elecciones en un momento constituyente. Y en eso estamos trabajando quienes creemos que hay alternativa económico-polÃtica al drama actual.