Biodiversidad agrÃcola
16 de Agosto de 2011
¿Quién no ha sentido alguna vez rabia interior en la cocina después de comprobar que un tomate sabe a… nada? La triste respuesta es la consecuencia de la degradación de la calidad de las hortalizas y las frutas durante los últimos años. Esa alarmante carencia de sabor, especialmente notable en las ciudades y sus supermercados, está justificada por las grandes cadenas de distribución como el peaje que conlleva que las verduras tengan un color y forma de libro y permanezcan frescas durante más dÃas. Ante este deterioro de la calidad, muchos consumidores y agricultores dijeron basta y se han organizado para que las semillas tradicionales se impongan a las hÃbridas y asà recuperar ese maltratado sentido del gusto.